Importancia de las plantas medicinales
La interacción del hombre con su entorno físico, generó a través de los tiempos una gran cantidad de conocimientos científicos y empíricos sobre el aprovechamiento óptimo de los recursos que le ofrecía la naturaleza.
Desde tiempos muy remotos, este conocimiento sobre las plantas medicinales en particular, le permitió determinar cuales de ellas poseían valor alimenticio, cuales podrían ser venenosas y cuales tendrían poderes curativos.
Con respecto a esta última, este saber; estuvo reservado a un selecto grupo de personas (chamanes, hechiceros, brujos, curanderos, etc.).
Posteriormente, la ciencia ha investigado muchas plantas curativas aislando sus componentes específicos del resto de la planta, creando un producto medicamentoso específico que en la experiencia de uso ha demostrado muchas veces efectos colaterales no deseados a corto, mediano y largo plazo.
Por ejemplo: en nuestra experiencia hemos observado pacientes que han mal utilizado antibióticos, han creado una resistencia en las bacterias provocando mayor dificultad en la recuperación de la salud; por el contrario, usando plantas como Cardo Santo, Llantén, Caléndula, etc.; en la mayoría de los casos, llegamos a curar infecciones agudas y crónicas.
En el mundo occidental desde hace más o menos 50 años, existe un creciente interés por parte de la misma sociedad e instituciones privadas en retomar el uso medicinal de fármacos naturales; en unos casos, porque en ella encuentran una actividad lucrativa, en otros por revalorizar la vigencia de los conocimientos y la sabiduría popular respecto a éstas.
Otras instituciones públicas y privadas se dedicaron a realizar estudios científicos de estos recursos, consiguiendo los principios activos específicos, a fin de incorporarla a la moderna farmacología.
En Bolivia; principalmente, la población quechua, aymara y guaraní; en un porcentaje importante, utiliza la medicina tradicional de sus antepasados, tanto para prevenir, mantener o recobrar la salud; en el entendimiento, de que la enfermedad no es solamente una cuestión del desequilibrio psicológico y biológico; sino también: social, espiritual y cultural (relación del hombre con la sociedad, la naturaleza y su religión).
Mediante nuestro trabajo, a través de tareas educativas (cursos, seminarios, conferencias), queremos fortalecer la identidad cultural que en la actualidad se está perdiendo cada vez más, llegando a las grandes mayorías de la población rural y urbano-marginal.
Consideramos también de máxima prioridad iniciar un proceso de detección, recuperación, comprobación, revalorización, producción, normalización y distribución de plantas medicinales y productos naturales.
Este proceso deberá efectuarse tomando en cuenta el equilibrio ecológico y el medio ambiente; de modo, que en lo posible se contribuya a la preservación del ecosistema; mediante el rescate y mejoramiento de la rica flora nativa medicinal y toma de conciencia por parte de la población en su conjunto.
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