La medicina comunitaria es una realidad
Estos profesionales visitan casa por casa a las familias de las comunidades alejadas de los centros urbanos a fin de resguardar su salud.
Martín N. tiene 24 años, vive en la comunidad Villa Rosario, a 65 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz. Su principal actividad es la agricultura.
Hace ocho meses que Martín se alejó de su comunidad por motivos de trabajo. Su familia relata que a su regreso estaba pálido, desnutrido y sufría de fiebre, por lo que tuvo que ser internado de emergencia en el Hospital Alfonso Gumucio Reyes, de Montero. Tras un mes de permanencia en el nosocomio, los médicos le diagnosticaron tuberculosis y le recomendaron seguir el tratamiento en su domicilio a cargo del programa de residencia médica en Salud Familiar Comunitaria Intercultural (Safci), que le facilitaría la atención.
Según señala el médico residente de Villa Rosario en la revista médica Vivencias, Abraham Acho, el enfermo, cumplió su tratamiento sólo los primeros días, ya que al sentirse mejor rechazó los medicamentos. “Todos los días íbamos a su casa a explicarle los riesgos, pero él nos amenazaba con una escopeta y nos advertía de que nos metería bala si seguíamos insistiendo”.
Ante esa situación, el personal decidió informar a las autoridades originarias para que de algún modo lograran persuadirlo de continuar con el tratamiento médico. “Cuando le visitaron, él los recibió amablemente y les dijo que nosotros no queríamos darle medicamentos”.
Las conversaciones con los dirigentes y Martín dieron resultado. Volvió a recibir el tratamiento por alrededor de un mes, pero volvió a rechazar la atención; los especialistas, en medio de súplicas, lograron convencerle de que concluyera su tratamiento. Acho indica que el último día del tratamiento, el enfermo se negó a otorgar las últimas muestras para la baciloscopia que debía verificar si portaba o no el bacilo de Koch, que causa la tuberculosis.
Ante ello, los médicos comunitarios acudieron nuevamente a las autoridades originarias y sólo así se logró que Martín entregara las muestras. “El resultado del examen dentro la primera fase fue negativo y así se dio inicio a la segunda” fase del tratamiento. El objetivo. Ante esa hazaña, el personal médico acudía a diario a la propiedad de Martín a fin de que no descuidara su tratamiento. “A su casa llegábamos a las 03.00 de la madrugada porque era difícil encontrarlo en otro horario”. El último día de la segunda fase del tratamiento, Martín, nuevamente enfadado, manifestó a los miembros de la brigada médica que ya no quería verlos más en su vivienda y les informó que se mudaría a otra comunidad.
“Estaba enojado y dijo ‘nunca más me busquen, ya no quiero tomar esa porquería. Me piden que entienda, que es por mi bien, ¿por qué ustedes no me entienden a mí? No quiero matar a estos bichos que están en mi cuerpo, pero si me obligan a los que voy a matar será a ustedes’. A pesar de la advertencia, los especialistas regresaron al domicilio de Martín al día siguiente, pero fue grande su sorpresa al constatar que había cumplido su amenaza. “Sus vecinos nos dijeron que lo vieron salir con todas sus pertenencias en su carreta y no les dijo a dónde se mudaría”.
Asombrados, regresaron a la posta sanitaria con la esperanza de que Martín estuviera curado de la tuberculosis. “Como no se hizo el último control, hay un mínimo de riesgo, pero esperamos que haya quedado curado”. Principios del servicio. El coordinador general del programa, Marco Valencia, señaló que éste se basa en cuatro principios: la integralidad, porque no sólo se ve al enfermo en su fase biológica, sino a la persona en su contexto social; ambiental, cultural y económico; intersectorial, porque en temas de salud se atiende a todos los sectores referidos a mejorar la vivienda, energía, comunicación, caminos y la productividad; la participación social, porque la comunidad es el actor principal en la toma de decisiones; la intersectorialidad, porque se coordina temas socioeconómicos y programas en educación.
“Los residentes médicos, para graduarse, deben presentar mínimamente un proyecto que se ejecute en la comunidad y resuelva una necesidad identificada por el conjunto de las familias”. Valencia destacó también que los médicos priorizan el trabajo en las comunidades en las que no hay personal de salud. “Ellos visitan casa por casa y junto a cada familia resuelven los problemas sociales y económicos que tengan”, precisó.
5 años es el tiempo de funcionamiento del programa, que logró la participación de médicos comunitarios.
“Las visitas domiciliarias son para controlar la salud y ver las condiciones de vida de la familia, por ejemplo, si tiene agua, luz, o cómo viven o cuántos enfermos hay”. Marco Valencia / COORDINADOR DEL PROGRAMA
Los médicos se forman para conocer las enfermedades de las etnias, grupos criollos, animales y plantas.
Los médicos del programa
En 2006, el Gobierno implementó el nuevo modelo en salud que se desarrolla en las comunidades más alejadas de los nueve departamentos de Bolivia.
Por Mariela Laura - La Prensa - 23/04/2012
- Inicie sesión para enviar comentarios