La diversidad es realidad que respiramos…

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“La diversidad nunca ha sido un problema para la vida, porque le es inherente; pero si para el poder, porque se hace difícil su manejo.” (Grimaldo Rengifo)

La diversidad así como nos plantea Grimaldo un investigador peruano, hace parte de la vida sin más ni más; cualquier dimensión que miremos, encontramos que la vida, esta tejida siempre de muchos colores, muchos caminos, muchos sabores, muchas maneras; imposible que la vida pueda fluir por caminos y modos únicos.

Si bien es claro que la diversidad es parte de la naturaleza de la vida, hay que reconocer que estamos viviendo una época, como nunca antes, de explosión de lo diverso.

Estamos pasando de un mundo que pretendía tener objetivos, ideales, formas de trabajar, conductas, actitudes… consideradas válidas para todos y todas sin excepción, a un mundo donde cuentan y son importantes las diferencias. Actualmente es imposible plantear caminos acabados y válidos para tod@s, son tiempos en que a cada paso nos encontramos con lo pluri, lo multi, lo inter… y no solo en el discurso, el cotidiano de a poco está evidenciando esas diversas identidades, no solo en el terreno de la cultura, también en cuanto al género, a lo generacional; son tiempos en que mujeres, jóvenes, niños… reivindican el derecho a su singularidad y es desde ahí, desde donde nos toca construir o re-construir las sociedades de hoy. La realidad de Bolivia es contundente en este sentido, sobre todo si nos referimos a la diversidad cultural; hasta hace poco, producto de una mirada y un estado colonial, la presencia de los pueblos indígenas era totalmente invisibilizada, la perspectiva era construir un país homogéneo, y al estilo occidental- europeo, un estado monocultural dirían algunos autores, sin embargo hoy a partir de la configuración del nuevo Estado Plurinacional, todo eso, está en cuestión, estamos frente al desafío de hacer brotar un país consecuente con su carácter diverso. En esta perspectiva, la diversidad no significa solo diferencia, la diversidad significa sobre todo convivencia entre diferentes. Por ello cuando hablamos de diversidad no basta referirse a lo diferente, o al respeto a esas diferencias, sino que se hace necesario referirse a las relaciones entre esos y esas diferentes; y siguiendo a Mario Rodríguez, “esas interacciones entre diferentes no son homogéneas y equilibradas; esas interrelaciones son procesos complejos y complicados de intercambios y prestamos, robos (en el sentido positivo y negativo) imposiciones, conflictos, complementariedades, tensiones, ayudas, etc. Es decir que las interrelaciones, pueden darse en marcos de equidad, pero también de asimetría e incluso de imposiciones opresoras y violentas”. En este sentido, el horizonte de la diversidad, tiene que ver, con reconocer y visibilizar que las relaciones entre diferentes; entre diferentes culturas, entre diferentes generaciones, entre diferentes géneros…están cruzadas de poder, un poder que establece jerarquías, que hace que unos se asuman superiores, y otros inferiores; pero también unas relaciones dinámicas, vivas, de resistencia, por eso tienen ese matiz tan complejo entre lo complementario y lo conflictivo, que muy bien nos grafica Mario Rodríguez.

Por tanto desde esta constatación, en la perspectiva de la diversidad, además de afirmar la diferencia, de promover el respeto a esa pluralidad, lo que se busca fundamentalmente, es abrir puertas, tender puentes, para permitir que fluya comunicación, y se crie con-vivencia equitativa entre l@s diferentes, posibilitando la afirmación de la singularidad pero también re-creación de cada una de las culturas, asumiendo que cada quien, desde lo propio puede aportarle al otro, a la otra y enriquecer sus caminares.

Entendida así la diversidad, además de ir más allá de la diferencia, es contraria a la fragmentación cultural, que si bien reconoce el carácter singular de cada cultura, intenta aislar a las mismas y ponerlas en conflicto y negación unas a otras; impulsando lógicas guerreras y de aniquilación, como por ejemplo, los movimientos racistas, que exaltan la diferencia, pero para provocar la negación de una cultura a otra.

En este sentido, la diversidad es equivalente a orientaciones para la acción, a criterios éticos y opciones políticas. Por todo lo dicho hasta aquí, nos damos cuenta que la diversidad es realidad ineludible; pero ante todo horizonte, es decir camino que debiéramos fortalecer siempre. Lo que significa, desafiarnos no solo a reconocer la diversidad, sino sobre todo aprender a con-vivir y construir, allí donde estemos, hagamos lo que hagamos, teniendo en cuenta esas variadas identidades, esos modos y estilos singulares que nuestras culturas tienen, de expresar, sentir, relacionarse, festejar, hacer; asumir una radical ruptura con los caminos únicos y acabados.